martes, 13 de octubre de 2009

5 normas para una princesa

Una tarde lluviosa de invierno en un castillo donde vivían un príncipe, su padre, el rey, y su madre la reina, llamó a la puerta una joven un poco fea. Tenía la nariz grande, unas cejas muy peludas y muchas pecas, pero lo que más llamaba la atención era su enorme verruga en la barbilla. Venía en busca de alojamiento, ya que con el frío que hacia en la calle se podía congelar hasta un pingüino.

La chica decía que era una verdadera princesa, pero como no, la reina no se lo creía y le decía que una verdadera princesa era honesta, amable con todo el mundo, buena con la naturaleza y los animales, lista e inteligente y bella. La reina y el rey decidieron educarla hasta que sus padres aparecieran así que le dieron una buena educación y la cuidaron lo mejor que pudieron aunque la reina siempre la metía en peluquerías y centros de belleza pero nada ya que la chica seguía igual de fea que al principio. Al cabo de dos meses fue honesta con el rey y le dijo que fue ella la que rompió sin querer el jarrón del emperadores Chan-Chin que se lo había prestado. A los cuatro meses dio refugio a un mendigo, y a los seis meses se manifestó en contra de la tala de árboles y construyó un zoo municipal. A los once meses de haber venido al castillo, gano el concurso mundial de inteligencia.

La reina se daba cuenta de que cada vez que cumplía una norma, se le quitaba la nariz grande, las cejas peludas, las pecas y la enorme verruga que tenía en la barbilla y se convirtió en una bella princesa, y como había cumplido las cinco normas de una princesa, se caso con el príncipe como ya se sabe, vivieron felices y comieron perdices.

1 comentarios:

Maru (marudomenech@gmail.com) dijo...

!Muy bien, Silvia! a ver si animas al resto a hacer lo mismo!!