martes, 15 de diciembre de 2009

Redacción (2)

Aquel no había sido un buen día ...


Cuando me levanté ya sentía dolor de cabeza insoportable. No tenía ganas de levantarme, pero cuando miré el reloj, me puse recta en la cama: no me lo quería creer: ¡ya eran las 10!

Bajé lentamente la escalera para encontrarme en la sala con la mesa media quitada. Todos los demás ya habían desayunado y para mi sólo quedaron los restos. Despuesde haberme comido medio croisant de chocolate - normalmente mi desayuno preferido del sábado - me quedó un trozo atascado en la garganta: el calendário ponía : ¡cumple MAMÁ !

¡ Ay , no ! Ahora el dolor de cabeza dolía aún más que antes. Lo había olvidado totalmente. Además este año quería prepararlesu desayuno en la cama y ahora ya ni estaba en casa.

Ya hace semanas había pensado en su regalo. En revistas de manualidades había encontrado un bolsito. Este se lo quería hacer con la máquina de coser. Pero nunca había encontrado una tela bonita y al final hasta olvidé buscar más.

¿Qué hacer? Llamé a mi abuela y quedamos para ir primero al mercadillo y después a una tienda que vende telas. No encontrabamos nada que por poco se pareciera a esta linda tela del libro. Al final comprabamos una tela de color lila que más tarde la quería adornar con unas bonitas perlas.

Por la tarde encontréun hueco para encerrarme en mi habitación , donde nadie me podría observar. Los demás estaban acabando la comida familiar en la terraza. Hablaban muy altoy reían. Y yo : con mis dolores de cabeza y la bolsita sin hacer. No sabía por donde empezar.

De pronto me llamaban para bajar. Algunos se habían reunido en la cocina para encender las velas de la tarta y mi padre buscaba algo en la escalera del sótano.

Todos salimos a la terraza. Cantábamos, pero no me sentí nada bien. De pronto mi padre sacó un gran regalo. ¿Qué podría ser?

Mamá estaba muy entusiasmada. No eran las flores de siempre. Abrió el paquete y sacó un bolso grande de piel negra. Era muy bonito, pero me sentía muy mal porque ahora mi bolso ya no era nada comparado con el bolso que le había regalado mi padre.

Finalmente, le dí mi regalo y a mi madre le encantó ese bolsito hecho por mi.






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